Atrivm. Portal cristiano.
Renacimiento
Atrivm
SAN JUAN DE LA CRUZ (1527 - 1591)

POESIAS

 
"OBRAS COMPLETAS"
B. A. C. La editorial Católica S.A., Madrid 1982



1
Coplas del alma que pena por ver a Dios, de el mismo
autor

Vivo sin vivir en mí
y de tal manera espero,
que muero porque no muero.

En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir, ¿qué será?
Mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo porque no muero.

Esta vida que yo vivo
es privación de vivir;
y así es continuo morir
hasta que viva contigo.
Oye, mi Dios, lo que digo,
que esta vida no la quiero;
que muero porque no muero.

Estando absente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padescer,
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
pues de suerte persevero,
que muero porque no muero.
El pez que del agua sale
aun de alivio no caresce,
que en la muerte que padesce,
al fin la muerte le vale.
¿Qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues, si más vivo, más muero?
Cuando me pienso aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento
el no te poder gozar;
todo es para más penar,
por no verte como quiero,
y muero porque no muero.
Y si me gozo. Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte
se me dobla mi dolor;
viviendo en tanto pavor
y esperando como espero,
muérome porque no muero.
Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida;
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que peno por verte,
y mi mal es tan entero,
que muero porque no muero.
Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios!, ¿cuándo será
cuando yo diga de vero:
vivo ya porque no muero?

2
Cantar de la alma que se huelga de conoscer a Dios por fe

Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche.

Aquella eterna fonte está ascondida,
qué bien sé yo do tiene su manida,
aunque es de noche
[En esta noche oscura de esta vida,
qué bien sé yo por fe la fonte frida
aunque es de noche.]
Su origen no lo sé, pues no le tiene,
mas sé que todo origen della viene,
aunque es de noche.
Sé que no puede ser cosa tan bella
y que cielos y tierra beben della,
aunque es de noche.
Bien sé que suelo en ella no se halla
y que ninguno puede vadealla,
aunque es de noche.
Su claridad nunca es escurecida,
y sé que toda luz de ella es venida,
aunque es de noche.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes,
que infiernos, cielos riegan, y las gentes,
aunque es de noche.
El corriente que nace desta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche.
El corriente que de estas dos procede,
sé que ninguna de ellas le precede,
aunque es de noche.
[Bien sé que tres en sola una agua viva
residen, y una de otra se deriva,
aunque es de noche.]
Aquesta eterna fonte está escondida
en este vivo pan por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquí se está llamando a las criaturas,
y de esta agua se hartan, aunque a escuras,
porque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo,
en este pan de vida yo la veo,
aunque es de noche.

3
Romance sobre el evangelio «In principio erat Verbum», acerca de la Santísima Trinidad


En el principio moraba
el Verbo, y en Dios vivía,
en quien su felicidad
infinita poseía.
El mismo Verbo Dios era,
que el principio se decía.
El moraba en el principio,
y principio no tenía.
El era el mesmo principio;
por eso de él carecía.
El Verbo se llama Hijo,
que de el principio nacía.
Hale siempre concebido
y siempre le concebía.
Dale siempre su substancia
y siempre se la tenia.
Y así, la gloria del Hijo
es la que en el Padre había;
y toda su gloria el Padre
en el Hijo poseía.
Como amado en el amante
uno en otro residía,
y aquese amor que los une
en lo mismo convenía
con el uno y con el otro
en igualdad y valía.
Tres Personas y un amado
entre todos tres había;
y un amor en todas ellas
y un amante las hacía,
y el amante es el amado
en que cada cual vivía;
que el ser que los tres poseen
cada cual le poseía,
y cada cual de ellos ama
a la que este ser tenía.
Este ser es cada una
y éste solo las unía
en un inefable nudo
que decir no se sabía.
Por lo cual era infinito
el amor que las unía,
porque un solo amor tres tienen,
que su esencia se decía;
que el amor, cuanto más uno,
tanto más amor hacía.

DE LA COMUNICACIÓN DE LAS TRES PERSONAS


En aquel amor inmenso
que de los dos procedía,
palabras de gran regalo
el Padre al Hijo decía,
de tan profundo deleite,
que nadie las entendía;
sólo el Hijo lo gozaba,
que es a quien pertenecía.
Pero aquello que se entiende
desta manera decía:
—Nada me contenta. Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta,
en ti mismo lo quería.
El que a ti más se parece
a mí más satisfacía;
y el que en nada te semeja
en mí nada hallaría.
En ti solo me he agradado,
¡oh vida de vida mía!
Eres lumbre de mi lumbre.
Eres mi sabiduría;
figura de mi sustancia
en quien bien me complacía.
Al que a ti te amare. Hijo,
a mí mismo le daría,
y el amor que yo en ti tengo
ese mismo en él pondría,
en razón de haber amado
a quien yo tanto quería.

DE LA CREACIÓN


—Una esposa que te ame,
mi Hijo, darte quería,
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa
de el mismo que yo comía,
por que conozca los bienes
que en tal Hijo yo tenía,
y se congracie conmigo
de tu gracia y lozanía.
—Mucho lo agradezco. Padre
—el Hijo le respondía—.
A la esposa que me dieres
yo mi claridad daría,
para que por ella vea
cuánto mi Padre valía,
y cómo el ser que poseo
de su ser le recibía.
Reclinarla he yo en mi brazo,
y en tu amor se abrasaría,
y con eterno deleite
tu bondad sublimaría.

PROSIGUE


—Hágase, pues —dijo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dijo,
el mundo criado había,
palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría;
el cual en dos aposentos,
alto y bajo, dividía.
El bajo de diferencias
infinitas componía;
mas el alto hermoseaba
de admirable pedrería,
por que conozca la esposa
el Esposo que tenía.
En el alto colocaba
la angélica jerarquía;
pero la natura humana .
en el bajo la ponía,
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
de esta suerte los partía,
pero todos son un cuerpo
de la esposa que decía;
que el amor de un mismo Esposo
una Esposa los hacía.
Los de arriba poseían
el Esposo en alegría,
los de abajo en esperanza
de fe que les infundía,
diciéndoles que algún tiempo
él los engrandecería,
y que aquella su bajeza
él se la levantaría,
de manera que ninguno
ya la vituperaría;
porque en todo semejante
él a ellos se haría,
y se vendría con ellos,
y con ellos moraría;
y que Dios sería hombre,
y que el hombre Dios sería,
y trataría con ellos,
comería y bebería;
y que con ellos continuo
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría,
cuando se gozaran juntos
en eterna melodía;
porque él era la cabeza
de la esposa que tenía,
a la cual todos los miembros
de los justos juntaría,
que son cuerpo de la esposa;
a la cual él tomaría
en sus brazos tiernamente,
y allí su amor la daría;
y que así juntos en uno
al Padre la llevaría,
donde de el mismo deleite
que Dios goza gozaría;
que, como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro,
así la esposa sería,
que, dentro de Dios absorta,
vida de Dios viviría.

PROSIGUE


Con esta buena esperanza
que de arriba les venía,
el tedio de sus trabajos
más leve se les hacia;
pero la esperanza larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
continuo les afligía;
por lo cual con oraciones,
con suspiros y agonía,
con lágrimas y gemidos,
le rogaban noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos decían: ¡Oh si fuese
en mi tiempo el alegría!;
otros: Acaba, Señor,
al que has de enviar envía;
otros: ¡Oh si ya rompieses
esos cielos, y vería
con mis ojos que bajases.
y mi llanto cesaría!
Regad, nubes de lo alto,
que la tierra lo pedía,
y ábrase ya la tierra
que espinas nos producía,
y produzca aquella flor
con que ella florecería.
Otros decían: ¡Oh dichoso
el que en tal tiempo sería,
que merezca ver a Dios
con los ojos que tenía,
y tratarle con sus manos,
y andar en su compañía,
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!

PROSIGUE
6.°

En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado había;
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
cuando el viejo Simeón
en deseo se encendía,
rogando a Dios que quisiese
dejarle ver este día.
Y así el Espíritu Santo
al buen viejo respondía:
—Que le daba su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viese
que de arriba descendía,
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría,
y le tendría en sus brazos
y consigo abrazaría.

PROSIGUE LA ENCARNACIÓN


Ya que el tiempo era llegado
en que hacerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía,
debajo de aquella ley
que Moisés dado le había,
el Padre con amor tierno
desta manera decía:
— Ya ves. Hijo, que a tu esposa
a tu imagen hecho había,
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía;
pero difiere en la carne,
que en tu simple ser no había.
En los amores perfectos
esta ley se requería,
que se haga semejante
el amante a quien quería,
que la mayor semejanza
más deleite contenia;
el cual, sin duda, en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—,
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía;
y a mi me conviene. Padre,
lo que tu Alteza decía,
porque por esta manera
tu bondad más se vería;
veráse tu gran potencia,
justicia y sabiduría;
irélo a decir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulzura
y de tu soberanía.
Iré a buscar a mi esposa,
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos, •
en que tanto padescía;
y por que ella vida tenga yo por ella moriría,
y sacándola de el lago,
a ti te la volvería.

PROSIGUE


Entonces llamó a un arcángel
que Sant Gabriel se decía,
y enviólo a una doncella
que se llamaba María,
de cuyo consentimiento
el misterio se hacía;
en la cual la Trinidad
de carne al Verbo vestía;
y aunque tres hacen la obra,
en el uno se hacía;
y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.
Y el que tenía sólo Padre,
ya también Madre tenía,
aunque no como cualquiera
que de varón concebía,
que de las entrañas de ella
él su carne recibía;
por lo cual Hijo de Dios
y de el hombre se decía.

DEL NACIMIENTO


Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía;
al cual la graciosa Madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había.
Pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía;
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía.
Y la Madre estaba en pasmo
el que tal trueque veía:
el llanto de el hombre en Dios,
y en el hombre la alegría;
lo cual de el uno y de el otro
tan ajeno ser solía.—Finis.

4
Otro de el mismo que va por «Super flumina Babylonis»


Encima de las corrientes
que en Babilonia hallaba,
allí me senté llorando,
allí la tierra regaba,
acordándome de ti,
¡oh Sión!, a quien amaba.
Era dulce tu memoria,
y con ella más lloraba.
Dejé los trajes de fiesta,
los de trabajo tomaba,
y colgué en los verdes sauces
la música que llevaba,
poniéndola en esperanza
de aquello que en ti esperaba.
Allí me hirió el amor,
y el corazón me sacaba.
Díjele que me matase,
pues de tal suerte llagaba.
Yo me metía en su fuego,
sabiendo que me abrasaba,
desculpando al avecica
que en el fuego se acababa.
Estábame en mí muriendo,
y en ti solo respiraba.
En mi por ti me moría,
y por ti resucitaba,
que la memoria de ti
daba vida y la quitaba.
[Moríame por morirme
y mi vida me mataba,
porque ella perseverando
de tu vista me privaba.]
Gozábanse los extraños
entre quien cautivo estaba.
[Miraba cómo no vían
que el gozo los engañaba.]
Preguntábanme cantares
de lo que en Sión cantaba:
—Canta de Sión un himno;
veamos cómo sonaba.
—Decid, ¿cómo en tierra ajena,
donde por Sión lloraba,
cantaré yo el alegría
que en Sión se me quedaba?;
echaríala en olvido
si en la ajena me gozaba.
Con mi paladar se junte
la lengua con que hablaba,
si de ti yo me olvidare
en la tierra do moraba.
Sión, por los verdes ramos
que Babilonia me daba,
de mi se olvide mi diestra,
que es lo que en ti más amaba,
si de ti no me acordare,
en lo que más me gozaba,
y si yo tuviere fiesta
y sin ti la festejaba.
¡0h hija de Babilonia,
mísera y desventurada!
Bienaventurado era
aquel en quien confiaba,
que te ha de dar el castigo
que de tu mano llevaba;
y juntará sus pequeños
y a mí, porque en ti esperaba
a la piedra, que era Cristo,
por el cual yo te dejaba.
5
Canciones entre el alma y el
esposo

ESPOSA

¿Adonde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huíste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Pastores los que fuerdes
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

PREGUNTA A LAS CRIATURAS

¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado;
oh prado de verduras
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!

RESPUESTA DE LAS CRIATURAS

Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.

ESPOSA

¡Ay!, ¿quién podrá sanarme?
Acaba de entregarte ya de vero.
No quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.
Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.
Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives
y haciendo por que mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste
y no tomas el robo que robaste?
Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos;
y véante mis ojos
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente .
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!
Apártalos, Amado,
que voy de vuelo.

ESPOSO

—Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

ESPOSA
Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino
al toque de centella,
al adobado vino;
emisiones de bálsamo divino.
En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía,
por toda aquesta vega
ya cosa no sabía
y el ganado perdí que antes seguía.
Allí me dio su pecho,
allí me enseñó sciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio.
Ya no guardo ganado
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.
De flores y esmeraldas
en las frescas mañanas escogidas
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.
No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.
Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una pina,
y no parezca nadie en la montiña.
Detente, cierzo muerto.
Ven, austro, que recuerdas los amores;
aspira por mi huerto
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.

ESPOSO

Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
Debajo de el manzano
allí conmigo fuiste desposada;
allí te di la mano
y fuiste reparada,
donde tu madre fuera violada.
A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches veladores:
por las amenas liras
y canto de serenas, os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro
por que la esposa duerma más seguro.

ESPOSA

¡Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
mora en los arrabales
y no queráis tocar nuestros umbrales.
Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.

ESPOSO

La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado;
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
En soledad vivía
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas tu querido,
también en soledad de amor herido.

ESPOSA

Gocémonos, Amado,
y vamonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas;
y allí nos entraremos
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía;
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
el aspirar de el aire,
el canto de la dulce filomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume v no da pena.
Que nadie lo miraba...
Aminadab tampoco parecía;
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.—Fin.
Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

6
Canciones en que canta el alma

la dichosa ventura que tuvo
en pasar por la OSCURA NOCHE de la fe
a la unión del Amado

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada;
a oscuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y encelada,
estando ya mi casa sosegada;
en la noche dichosa,
en secreto, que naide me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde naide parecía
¡Oh noche que guiaste!;
¡oh noche amable más que la alborada!;
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire del almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quédeme y olvidóme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y déjeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

7
Otras de el mismo a lo divino

Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y, con todo, en este trance
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.
Cuando más alto subía
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacia;
mas, por ser de amor el lance,
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba;
dije: No habrá quien alcance;
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza de cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.

8
Glosa del mismo

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo,
todo me voy consumiendo.

Mi alma está desasida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada,
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo,
que mi alma se ve ya
sin arrimo y con arrimo.
Y, aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal,
no es tan crecido mi mal,
porque, si de luz carezco,
tengo vida celestial,
porque el amor [da] tal vida
cuando más ciego va siendo,
que tiene al alma rendida,
sin luz y a oscuras viviendo.
Hace tal obra el amor
después que le conocí,
que, si hay bien o mal en mí,
todo lo hace de un sabor
y al alma transforma en sí,
y así, en su llama sabrosa,
la cual en mi estoy sintiendo,
apriesa, sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.

9
Coplas del mismo hechas sobre un éxtasis de harta contemplación

Entréme donde no supe,
y quédeme no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
De paz y de piedad
era la sciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta,
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda sciencia trascendiendo.
Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendido,
toda sciencia trascendiendo.
El que allí llega de vero
de si mismo desfallesce;
cuanto sabía primero
mucho bajo le paresce,
y su sciencia tanto cresce,
que se queda no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía;
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer,
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.
Y es de tan alta excelencia
aqueste summo saber,
que no hay facultad ni sciencia
que le puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
Y si lo queréis oír,
consiste esta summa sciencia
en un subido sentir
de la divinal Esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda sciencia trascendiendo.

10
Otras canciones a lo divino (de el mismo autor) de Cristo
y el alma

Un pastorcico, solo, está penado,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
el pecho de el amor muy lastimado.
Y dice el pastorcico: ¡Ay, desdichado
de aquel que de mi amor ha hecho ausencia
y no quiere gozar la mi presencia,
y el pecho por su amor muy lastimado!
Y a cabo de un gran rato, se ha encumbrado
sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado asido dellos,
el pecho de el amor muy lastimado.

11
Glosa a lo divino, del mismo autor

Por toda la hermosura
nunca yo me perderé,
sino por un no se qué
que se alcanza por ventura.

Sabor de bien que es finito,
lo más que puede llegar
es cansar el apetito y
estragar el paladar;
y así, por toda dulzura
nunca yo me perderé
sino por un no sé que,
que se halla por ventura.
El corazón generoso
nunca cura de parar
donde se puede pasar,
sino en más dificultoso;
nada le causa hartura,
y sube tanto su fe,
que gusta de un no sé qué
que se halla por ventura.
El que de amor adolesce,
de el divino ser tocado,
tiene el gusto tan trocado
que a los gustos desfalle[s]ce;
como el que con calentura
fastidia el manjar que ve,
y apetece un no sé qué
que se halla por ventura.
No os maravilléis de aquesto,
que el gusto se quede tal,
porque es la causa del mal
ajena de todo el resto;
y así toda criatura
enajenada se ve,
y gusta de un no sé qué
que se halla por ventura.
Que estando la voluntad
de divinidad tocada,
no puede quedar pagada
sino con divinidad;
mas, por ser tal su hermosura
que sólo se ve por fe,
gústala en un no sé qué
que se halla por ventura.
Pues de tal enamorado
decidme si habréis dolor,
pues que no tiene sabor
entre todo lo criado;
solo, sin forma y figura,
sin hallar arrimo y pie,
gustando allá un no sé qué
que se halla por ventura.
No penséis que el interior,
que es de mucha más valía,
halla gozo y alegría
en lo que acá da sabor;
mas sobre toda hermosura,
y lo que es y será y fue,
gusta de allá un no sé
qué que se halla por ventura.
Más emplea su cuidado
quien se quiere aventajar
en lo que está por ganar
que en lo que tiene ganado;
y así, para más altura,
yo siempre me inclinaré
sobre todo a un no sé qué
que se halla por ventura.
Por lo que por el sentido
puede acá comprehenderse
y todo lo que entenderse,
aunque sea muy subido,
ni por gracia y hermosura,
yo nunca me perderé,
sino por un no sé qué
que se halla por ventura.—Finis.


12
Canciones del alma en la íntima comunicación de unión de amor de Dios

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!;
pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela deste dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda!
¡Oh toque delicado!,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado.
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuan manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuan delicadamente me enamoras!

13
Letrillas

Del Verbo divino
la Virgen preñada
viene de camino;
¡si le dais posada!
Suma de la perfección
Olvido de lo criado;
memoria del Criador;
atención a lo interior;
y estarse amando al Amado.